Gerda Taro

Hace unos días os hablamos de uno de los padres del fotoperiodismo moderno. Hoy le toca el turno a Gerda Taro, compañera profesional y sentimental de André Friedman, que pasaría a la Historia conocido bajo el pseudónimo de Robert Capa.

Gerda Taro en julio de 1937,
pocos días antes de morir.

 Gerta Pohorylle nació en Stuttgart (Alemania) el 1 de agosto de 1910, en el seno de una familia burguesa. Recibió una educación acorde a la posición de su familia, siguiendo los cánones sociales de la época. Sin embargo, el traslado de Stuttgart a Leipzig, a finales de la década de los veinte supuso un vuelco en su vida, al entrar en contacto con las ideas revolucionarias y comunistas, y modificaría drásticamente la ideología y conducta de la futura periodista. Tras el ascenso de Adolf Hitler al poder, emigra a París, donde conocerá por casualidad a André Friedman, un joven polaco que intenta hacerse un hueco en el mundo de la fotografía y con quien empieza una relación sentimental. Juntos, fingiendo ser el ayudante y la asistente de un ficticio fotógrafo estadounidente llamado Robert Capa, publican una primera exposición con fotografías de ambos. Tras algún tiempo utilizando ambos indistintamente el pseudónimo "Robert Capa", finalmente André lo adopta como propio y Gerda cambia su apellido por "Taro", más comercial y fácil de recordar. 

Al estallar la Guerra Civil española, ambos viajan para unirse al grupo de periodistas que cubren el conflicto, trabajando para revistas como Vu o Regard. Será el primer y último gran trabajo de la joven fotoperiodista.

Cubre distintos episodios de guerra, realizando interesantes reportajes a lo largo y ancho de la geografía española, destacando el frente de Aragón, Guadalajara, Málaga, Valencia y Barcelona. Su reportaje más importante fue el de la primea fase de la batalla de Brunete, en la que fue testigo de la victoria el bando republicano. Su reportaje fue publicado por la revista Regard el 22 de julio de 1937, y con él, Gerda alcanzó un gran prestigio y reconocimiento. 

El 25 de julio de 1937, las tropas fascistas estaban atacando al ejército republicano. Durante el repliegue, Gerda se subió al estribo de coche del General Walter, con el propósito de fotografiar el momento de la huida republicana cuando, al pasar por una zona sobreelevada del terreno, Gerda cayó al suelo. En ese fatídico momento, un tanque republicano pasó marcha atrás por la sobreelevación tras la que se encontraba ella, pasando sobre la joven. Fue trasladada al hospital inglés de El Goloso, en El Escorial, pero nada se pudo hacer por salvar su vida, ya que murió al día siguiente. Faltaban 6 días para su 27º cumpleaños.

Su cuerpo su trasladado a París, donde fue enterrada tras un funeral al que asistieron numerosos personajes importantes de la época, como Neruda o el propio Capa. París entera se conmovía al paso de la comitiva fúnebre. Era la primera periodista que moría haciendo su trabajo. Había muerto una mártir del fascismo, la "pequeña rubia" de la Alianza. 

 Recorte de periódico del día posterior al entierro de la fotoperiodista.